Niños de todo el mundo juegan, no importa en qué condiciones: en el asfalto, en la playa, en el barrio, en el campo; de zapatos de fútbol, de chancletas o descalzos. Es por los pies de niños, en la Sala Pie en la Pelota, que el visitante será guiado para el ambiente siguiente.

La Sala Ángeles Barrocos crea la dimensión etérea de los iconos que ayudaron a construir la historia del fútbol brasileño. Como si flotasen en el espacio, al sonido acompasado de atabaques, 27 jugadores de todos los tiempos son agasajados. Entre ellos, Julinho Botelho, Didi, Zagallo y Gilmar. Desde 2015, el Museo del Fútbol incluyó también a grandes jugadoras brasileñas: Marta, Formiga, Sissi y Cristiane Rozeira también están entre los «ángeles barrocos».

En la secuencia, la Sala de los Goles presenta grandes jugadas marcantes, escogidas por narradores deportivos y personalidades brasileñas – son 10 cabinas interactivas, donde el visitante elige lo que quiere ver. Luego al lado, la Sala del Radio celebra los locutores y el medio de comunicación que llevó el fútbol a todo el territorio nacional, aún en los años 1930. Son nueve cabinas interactivas más para que el visitante elija trechos de narración para oír y acompañar en una animación proyectada.

En la transición del primero para el segundo piso del Museo del Fútbol, el visitante tiene la oportunidad única de ver las entrañas de un estadio de fútbol. La Sala de Exaltación fue creada desde la apertura de un pasaje, antes inexistente, que lleva a una especie de caverna formada por los pilares de sustentación de la tribuna y el muro donde están asentadas las laterales del estadio del Pacaembu. Es entre las pilastras que son proyectadas imágenes de las hinchadas de equipos brasileños, con el sonido alto de sus gritos de guerra: es como si el visitante fuese llevado para el medio de una partida de fútbol.

En el segundo piso, la exposición presenta su eje histórico. Una secuencia de salas presenta al visitante como el fútbol llegó a Brasil y se tornó el principal y más popular deporte: en la Sala Orígenes, fotografías que abarcan desde fines del siglo XIX hasta mediados de los años 1930. Un escenario estimulanteque nos muestra un Brasil urbano de inicio del siglo XX, cuando el fútbol aún era amateur y practicado en los clubes solo por las elites blancas. Pero, en lasplantas de las fábricas, calles y barrios populares, el pueblo trabajador, pobre y mestizo también entraba en el juego y disputó en serio el derecho de poder jugar al fútbol. La profesionalización marcó también la mestizajedel deporte que se tornará, décadas después, la cara de Brasil.

Menos para las mujeres…. desde 2015, el Museo del Fútbol presenta, en esta misma sala de los Orígenes, como la trayectoria femenina no tuvo el mismo final que la masculina. La participación de las mujeres en la práctica del juego también data de fines del siglo XIX en los países europeos, como Reino Unido, Francia y España, y del inicio del siglo XX en Brasil. Aunque que por aquí jugaran en espacios diferentes de los hombres, como los circos, hay indicios de una presencia femenina cada vez más creciente, pero brutalmente interrumpida desde 1941, cuando un Decreto Ley del gobierno dictatorial de Getúlio Vargasprohíbe a las mujeres la práctica deportiva.

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En la Sala de los Héroes, el visitante comprende como, en los años 1930 y 1940, se configura una idea de Brasil que lanza al mundo lo que nosotros tendríamos de más singular: el mestizaje cultural y racial, presente en la música, en las artes visuales, en la danza, en la culinaria y también en el fútbol. Son 20 personalidades, entre poetas como Carlos Drummond de Andrade, artistas como Tarsila Amaral e intelectuales como Sergio Buarque de Hollanda y Gilberto Freyre. Leônidas Da Silva y Domingos da Guia, jugadores negros que brillaron en la historia del fútbol, son festejados.

La Sala Rito de Paso marca una inflexión en el trayecto. Una pausa dramática para revivir el trauma de la derrota en la Copa de 1950. En un Maracaná lleno, estadio construido en menos de dos años para recibir la primera edición del Mundial después de la 2ª Guerra Mundial, Brasil lloró al ver la derrota para los uruguayos. Nuestro fútbol nunca más fue el mismo después de ese episodio.

En la Sala de las Copas del Mundo, las glorias de los cinco campeonatos conquistados y la participación en todas las veinte ediciones del mayor espectáculo deportivo del mundo. El fracaso y la vergüenza del “7×1” contra Alemania en 2014 también está allá, para no olvidarse nunca que el fútbol cambió, una vez más. Pelé y Garrincha marcan la grandiosidad del fútbol brasileño en las décadas de 1960 a 1970. Ambos nunca perdieron una partida cuando jugaron juntos. Tienen estilos y trayectorias tan distintas como brillantes y ganaron una sala dedicada a la alegría del fútbol-arte. Entre los dos ambientes, el Museo del Fútbol muestra su artículo más importante: la camisa que Pelé usó en la final contra Italia en el Mundial de 1970.

En la Pasarela Comunicador de Radio Pedro Luiz, una pausa para contemplar el gracioso barrio de Pacaembu, declarado patrimonio histórico por su plan urbanístico único en la capital.

En la Sala de los Números y Curiosidades, mucha diversión, con placas gigantes que cuentan las reglas, récords, frases chistosas de la historia del fútbol. Cinco mesas de fútbol de mesa, taca-taca, enseñan los esquemas tácticos. El visitante puede aún deslumbrarse con la visión del bello césped del estadio en la visita a las tribunas.

La Sala Danza del Fútbol presenta bellas películas para los que aman recordar jugadas espectaculares: Dribles, Goles y Defensas. El Canal 100, cine-noticias que marcó época por su modo de filmar las partidas, también tiene destaque. Y, desde 2015, tres películas cuentan importantes hechos y luchas de las mujeres en el fútbol: Pioneras, Juego Bonito y Campeonatos.

El último trecho de la exposición de larga duración trae la Sala Juego Corporal, con las bromas del campo virtual y del Saque a la Meta, y la Sala Homenaje al Pacaembu, imperdible a los apasionados por arquitectura y fotografía.