Marcelo Carvalho, um homem negro, numa foto em preto e branco em ambiente urbano, veste uma camisa onde está escrito "Chega de discriminação"

En el imaginario de muchos niños y niñas negros y pobres que corren detrás de un balón en alguna calle, callejón o campo de tierra está el sueño de convertirse algún día en futbolista, de ser un Pelezito o Marta. Marcar un gol en la final del campeonato, ser idolatrado y dar a tu madre una vida mejor. En la imaginación de miles de chicos y chicas, la fama aplacará el racismo y el dinero alejará todos los dolores del mundo.

En la imaginación, los dolores causados por el hambre, el color de la piel y la ausencia total del Estado para dar una vida digna a la población más pobre y vulnerable desaparecerán cuando el sueño de ser jugador de fútbol sea realizado.

Las penurias y dificultades para hacer realidad el sueño serán regateadas con la ginga del cuerpo, con la sonrisa de quien convierte una pelota de calcetín en un balón profesional. Al final, en la pared del salón de la casa de tu abuela está la imagen de un equipo multicampeón formado por jugadores negros y blancos, por hombres de diversas características.  Las historias de ese super equipo presentan a héroes que se vencieron todo y llegaron hasta allí.

La realidad del racismo que se presenta cuando en el viaje de autobús alguien esconde la bolsa o levanta para no tener la compañía de un niño negro pasará cuando llegue la fama.  Será un mero recuerdo cuando el dinero comience a acumularse en la cuenta bancaria. Entonces el autobús será sustituido por un supercoche del año. La casa en mal estado en una súper mansión con piscina.  La discriminación por su color u origen social será pasado.

Pero esa realidad nunca va a llegar.

EL COLOR DE LA PIEL SIEMPRE SERÁ RECORDADO, SEA CUANDO VAYA A BUSCAR UNA CASA, UN EMPLEO, UNA ESCUELA, UN CLUB.

El color de la piel no será olvidado ni cuando llegue el sueño de transformarse en un jugador de fútbol profesional.  Ni aún con la fama o con el gol de la victoria que lleva al título.  El color de la piel será recordado cuando de las gradas alguien grita “agarra a ese mono”.

La piel negra será recordada cuando haya un error, o un pretendido error, hasta cuando no corresponda a lo que el fanático esperaba.  Va a descubrir a lo largo de la vida que el fútbol jamás lo aceptó por completo y que en una primera falla van a tratar de deshumanizarlo.

Al oír un grito racista va a mirar al juez y no encontrará un aliado, que también no va a estar en el banco de los suplentes, ni siquiera en las tribunas donde se encuentran los dirigentes.  El sueño que el dinero y la fama van a esconder su negritud va a tornarse una pesadilla, en una realidad desnuda y cruda que se va a presentar de forma inesperada y que podrá venir hasta de un compañero de equipo o de un colega de profesión que juega en el equipo adversario.

Tal vez haya mil micrófonos en su dirección, cuestionando lo que va a hacer después de sufrir con la violencia del racismo, va a recibir algunas palmaditas en la espalda en señal de apoyo, pero descubrirás de la manera más dolorosa posible que esa es una lucha propia. Tal vez la tuya y la de tu almohada en el silencio de la noche, donde derramarás lágrimas de dolor oculto.

Todo lo que imaginabas sobre el fútbol va a terminar de la forma más cruel posible. Así es. Así ha sido siempre. El fútbol nunca aceptó completamente la presencia de hombres y mujeres negras. El fútbol no acogió esos cuerpos oscuros en la lucha contra el racismo.  Aceptado por la habilidad, por la posibilidad de victorias y títulos.

Casos de racismo son comunes desde que el fútbol llegó a Brasil, ya fue mucho peor cuando no permitía que ningún negro entrara en la cancha.  Se transformó en un ejemplo de democracia racial brasileña cuando el fútbol se tornó popular e idolatró hombres negros.  Pero es importante recordar que la tal democracia racial no pasó de un mito.

Pero fue cruel cuando no llevó a la selección a quien tenía la piel oscura. Fue cruel cuando silenció y no defendió a quien fue insultado y fue completamente inhumano cuando condenó a un negro a cadena perpetua tras una derrota.

EL FÚTBOL NOS DA LA ALEGRÍA DE LA VICTORIA Y EL DOLOR DE LA DERROTA Y, DE UNOS AÑOS PARA ACÁ, NOS ESTÁ DANDO LA POSIBILIDAD DE TRANSFORMAR EL DEPORTE MÁS POPULAR DEL PLANETA EN UN ESPACIO DE LUCHA.

El Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol ayudó a Brasil, sus clubes, dirigentes y entidades a transformar sus espacios en posibilidad de comunicación con sus aficionados, en la posibilidad de usar tamaña visibilidad para debatir el racismo estructural y recreativo.

El fútbol está muy lejos de ser el espacio en que muchachos negros sueñan y soñaran, pero un paso importante fue dado y hoy el debate gana cada vez más voz y vez. El debate ganó los campos, gradas, entrevistas colectivas y ahora el Museo del Fútbol.

Larga vida al Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol. Larga vida a los que sueñan en transformar el mundo en un lugar mejor.

 

Marcelo Medeiros Carvalho
Observatorio de la Discriminación Racial en el Fútbol