Diogo Silva, um homem negro com cabelo preso atrás da cabeça e cavanhaque, fotografado de lado, em preto e branco. Sobre a foto há o desenho de uma grande interrogação preta e amarela.

El año de 2020 fuel marco del combate al racismo en el deporte, grandes estrellas como el británico Lewis Hamilton de la Fórmula 1, la nipo-haitiana Naomi Osaka del tenis y el astro de la NBA, el norteamericano LeBron James se irguieron en una sola voz y utilizaron sus imágenes de éxito para exponer y reclamar de las organizaciones deportivas medidas de combate y enfrentamiento al racismo.

El movimiento Vidas Negras Importan, la presión popular y la exposición de los atletas consiguieron un hecho inédito.   El Comité Olímpico Internacional (COI) por la primera vez solicitó una pesquisa internacional para saber la opinión de atletas de todo el mundo sobre la regla 50 de la carta olímpica.  La Carta Olímpica es un marco regulador del movimiento olímpico, y la norma 50 prohíbe cualquier tipo de manifestación racial, política y religiosa, así como cualquier tipo de discurso de odio en el ámbito deportivo.

La revisión y flexibilización de la carta 50, creada en la década del 40, vino para poner fin o al menos crear una zona de diálogo para no más punir atletas que se manifiestan a favor de los derechos humanos.  El Comité Olímpico de los Estados Unidos vino a público a pedir disculpas y revertir todos los castigos que impedían a atletas norteamericanos de seguir sus carreras por defender con puños en cerrados o arrodillados durante el himno el derecho a la vida.

En Brasil, la mayor representante del deporte olímpico, el Comité Olímpico de Brasil (COB) desarrolló un programa educacional titulado Deporte Antirracista, que contó con la mentoría de la escritora y filósofa Djamila Ribeiro y del profesor de derecho Tiago Vinícius André dos Santos, para orientar atletas, técnicos y gestores sobre el racismo en Brasil.  Y, además, una defensoría para recibir denuncias de racismo sin exponer a la víctima.

Todas estas iniciativas marcan ese momento y proyectan en el deporte un ambiente más respetuoso, seguro y antirracista.

EL CENTENARIO DEL PORTERO BARBOSA ES UN MARCO REPARATORIO, SIMBÓLICO EN LA CRONOLOGÍA DE UN ATLETA DE ALTO DESEMPEÑO, VICTORIOSO, QUE DEFENDIÓ LA SELECCIÓN BRASILEÑA COMO TITULAR, EL NÚMERO 1 EN LA POSICIÓN DE CONFIANZA, ENTRE LOS PALOS.

Aun en blanco y negro, podemos ver el brillo en su sonrisa y el coraje de aquel que asumió la responsabilidad de defender y proteger a todo un equipo. Aun así, Barbosa se tornó indefenso, entre las miradas que lo juzgaron. Y no oyó, en el silencio de la tristeza del gol sufrido una sola voz de motivación, respeto y consuelo.

El negro gato se transformó en símbolo de mala fortuna, mala suerte y desconfianza.

La desconfianza es la sombra que, en la luz del racismo, orbitó de generación en generación hasta romper el silencio

Tomó décadas para revertir la imagen de fracaso en éxito y ofrecer el reconocimiento a colores a la historia que lo volvió invisible.

Y aún que sea la voz de la propia boca que narrara sus memorias, otros sonidos que hacen eco por el universo le darían vida. Los nuevos Barbosas que no más temerán los guantes que lo aprisionaron y sentirán orgullo de su legado

 

Diogo Silva
Medallista olímpico en Tae-kwon-do y Miembro de la Comisión de los Atletas del Comité Olímpico.